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"Nada podemos esperar sino de nosotros mismos"   SURda

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21-03-2011

 

 

 

Uruguay

Entre el conocimiento y los tallarines...

SURda

 

Nora Fernández


Entre esos educados que hablan inglés debería agradecer el discurso del primer año de gobierno de José Mujica, presidente de Uruguay. Pero no puedo. Ni el Uruguay que “compra” ni el Uruguay “alternativo” que Mujica describe me convencen.

Cuando Mujica habla del placer del conocimiento le encuentro razón. Esa es la gracia de aprender, de tratar de entender, no se trata de aparentar conocimiento o “mandarnos las partes,” se trata de tomar el desafío en serio. Es un proceso que da satisfacción, como nos da satisfacción resolver un enigma y, luego de resuelto, focalizarnos en otro. Es, además, mucho mas relevante cuando lo que aprendemos es aplicable a nuestra vida personal –conocimiento, reflexión, entender, son procesos que facilitan el desarrollo personal humanos y nos ayudan a crecer.

Incluso cuando el presidente compara esa experiencia con la que sienten los que trotan por la Rambla, lo entiendo. No precisamente eso que dice sobre como el dolor del cuerpo se olvida y cede lugar al placer, sino en cuanto al placer de significa sobreponerse a los desafíos mismos de trotar. Mi hermano trota y también disfruta de superar sus desafíos. Me ha confesado que disfruta más de trotar cuando más enfrenta a la naturaleza -la lluvia, el frío, el agua nieve, hacen que el trotar sea más significativo. Piensa incluso trepar montes y cerros trotando y en esas anda, tratando de convencer a otros en acompañarlo porque es inseguro hacerlo solo.

El deseo de superación y el placer de superar desafíos es humano, aún cuando los desafíos por superar puedan ser muy variados. He descubierto además, que casi todos los seres humanos, dadas oportunidades de crecer, crecen. Lo he visto en mi experiencia diaria con la gente. Mucha gente crece en circunstancias incluso bien difíciles. Y algunos crecen hasta sin oportunidades –son como un milagro, una semillita fuerte que resiste, con poca agua y poca luz, todos los avatares.

Me molesta lo que dice Mujica porque enfatiza lo de “elegir” y olvida hablar de “oportunidades.” Para algunos el mundo ideal, dice, es uno lleno de shopping centers y donde todos salen llenos de bolsas de ropa nueva y electrodomésticos. Nos plantea la alternativa como educarnos, en vez de comprar, pero olvida la realidad que viven la mayoría de los uruguayos. La idea de Mujica es una buena idea, para el Primer Mundo. Uruguay no tiene justamente problemas de “consumo.”

Es verdad que muchos uruguayos van a los shopping centers, que algunos hasta los admiran y hablan con cierto orgullo de tenerlos. Pero la mayoría no van a comprar ni tienen como hacerlo. La mayoría va al shopping a pasear, como antes iba a 18 de Julio o al Paso Molino. En Uruguay, no hay que olvidar, no compran quienes quieren comprar sino quienes pueden hacerlo. Y entre los que no pueden hacerlo, que son bastantes, están quienes se conforman con mirar y planear para el futuro en el que sueñan poder hacerlo. A alguno en eso se les pasa la vida. No debería entonces de extrañarnos que se sobreestime tanto el valor de comprar, cuando se miran tanto las vidrieras y admira tanto el mundo inalcanzable de las “cosas.”

Si bien es cierto que comprar no debería ser tan importante, es dificil convencer a los que no tienen que es mejor olvidarse. Para quienes desean y no pueden tener, tener no es irrelevante. Pensando en eso, caí en la cuenta de que Mujica no le habla en su discurso al Uruguay real, le habla al país ficticio. En el país real la gente no “elije” entre arreglar las cosas o tirarlas para comprarse nuevas, ni elije entre comprar un auto pequeño o uno grande, o entre abrigarse y subir la calefacción. En el Uruguay real la mayoría ni tiene calefacción, y si la conoce es por televisión cuando esta le muestra al Norte calefaccionado y rico.

Entonces, la alternativa de país que Mujica plantea también es una proposición irreal. Ese país que elije el conocimiento y lo disfruta como un “plato de tallarines,” no puede darse en realidad sin que antes pasemos por el país donde es posible satisfacer todas las necesidades básicas –el techo, la alimentación, la ropa, los boletos del mes, la salud, llegar a fin de mes con algún peso para el diario o para ir al cine. Ese es el país que la mayoría de los ciudadanos buscan por mucho tiempo. Ese país que yo llamo el “País de Tod@s.” El país que provee empleos que pagan lo suficiente para vivir y una dieta alimentaria satisfactoria; el país que permite vestirnos y calzarnos y hasta nos ofrece la posibilidad hasta de soñar un poco. ¿Por qué no? Ese país fundamental, que ni frívolo ni exquisito, nos permite realizarnos como ciudadanos. Ese país posible no puede parecernos demasiado pedir. Ese Uruguay es el que supuestamente íbamos a construir: el Uruguay para Tod@s...

Mujica en su discurso le habla sólo a quienes viven bien, en casas con calefacción, en Pocitos, Punta Gorda, o algunas zonas de Malvin, Buceo o Carrasco. Mujica le habla a quienes “despilfarran,” ese concepto que para la mayoría de los ciudadanos es tan lejano como el de darse un viajecito a Europa. En ese Uruguay de Mujica es en el que viven quienes “piensan que vivir es comprar” y navegan en las aguas tumultuosas del Internet de alta velocidad -porque tienen computadoras y dinero para conectarse.

Le sugeriría al señor presidente que no quede con la boca abierta. Porque el Internet ni es un milagro ni la octava maravilla en el mundo y tampoco trae solamente “educación” y “cultura.” El Internet puede también ser una cloaca, llena de basura, pornografía infantil, falsedades y hasta ser espacio propicio para mucha estafa cibernética. En su magnificación de la informática y del Internet, nuestro presidente me recuerda a Bill Clinton en su visita a Africa, continente sin agua potable, electricidad y con mucha hambre, pero que para el entonces presidente norteamericano requería del Internet para salvarse. Y me recuerda además a Oprah Winfrey cuando visita Sudáfrica cargada de muñequitas negras, un hito en su perspectiva liberadora de niñitas africanas, pero viene a descubrir que las niñas no querían sus muñecas, necesitaban zapatos. Vale decir, que es una suerte, y una demostración de la necesidad de dar vuelta las pirámides de poder del mundo, que la gente común demuestre muchisima más sabiduría y sentido común que sus dirigentes. Por eso llego a pensar que Mujica ha escrito su discurso en la Luna, totalmente olvidado de la realidad tercermundista de nuestro país, o que tiene un gran cinismo y agudeza mental por lo que pasa muy bien por lunático para despistarnos.

De todo, pienso, lo peor que Mujica hace en su discurso es ponernos de ejemplo a Holanda y a los holandeses como “aristocracia del vivir.” José Batlle, que nos ponía de ejemplo a Suiza deseando para el Uruguay la misma “neutralidad” cómplice que permitió que los suizos vivieran muy bien en tiempos de guerra cuidando del dinero de ladrones y genocidas, al menos no creía que los suizos vivían así vendiendo chocolates y relojes. Mujica, por otra parte, parece creer esa fantasía de “Holanda país de las flores y del queso”, cuando nos habla de su gente educadita bicicleteando de concierto en concierto. Desconoce la historia. Se le olvida acaso como la Dutch West Indies, con monopolio del tráfico de esclavos hacia Brasil y el Caribe, y la Dutch East Indies, con el monopolio de Indonesia, enriquecen a los ricos de Holanda. Acaso olvida que fue la Royal Dutch Shell la responsable del asesinato a Saro Wiwa, uno de los nueve Ogoni detenidos, juzgados y asesinados por la Shell coludida con el gobierno militar de Nigeria. Esa misma Shell responsable de la destrucción ambiental del delta del Niger, tierra Ogoni de la que dependen millones de personas para vivir.

Gus Blok, reclutado en el ejército, recuerda: "Estabamos allí, admirando la bella naturaleza, las hermosas mujeres, pero no pensando sobre moralidad… eso fue recién cuando volvimos." Y luego dice hablando de Indonesia: "Yo no los mataba, pero los torturaba y los golpeaba. Los ponía al sol hasta que caían. Nunca me dijeron que hiciera eso –sólo creció en mi. ¿No es acaso terrible? Ellos no me dijeron que torturara gente, fue algo que yo mismo hice... Quería hacer mi trabajo bien."

Para desarrollar mentes capaces, no debemos olvidar, hay que desarrollar poblaciones capaces. Lo fundamental es siempre una buena alimentación, salud y buen trato. La educación de los futuros ciudadanos no comienza en la escuela, comienza en el vientre mismo de sus madres, en su gestación y a través de su desarrollo embrionario saludable y apoyado. Y luego de nacer hay que atender sus necesidades particularmente durante sus primeros tres años de vida. Y continuar apoyándoles a través de toda su vida. Este foco en la educación, en el inglés y en la informática, no alcanza pero además ni siquiera es una exclusividad uruguaya. Uruguay sigue, casi paso por paso, el recorrido que ha seguido Chile con sus fantasias de que le acepten en el Primer Mundo. Esta puede ser, además, simplemente una buena excusa para privatizar la enseñanza pública. El destino, señor presidente, está en atender a nuestro pueblo, darle acceso a buena alimentación y trabajo, a salud y educación gratuita y, fundamentalmente, proteger a sus madres...

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